Dios es más importante que mi salud mental
Sep 27, 2024Hace algunos años, estaba tan concentrada en librar una batalla contra la depresión, incluso con la ayuda de Dios, que en el proceso olvidé lo más importante: amarlo a Él por encima de todo, incluso más que el deseo de alcanzar salud mental y emocional.
Sabemos que "amar a Dios sobre todas las cosas" es el primer mandamiento. Al darnos estas reglas, Dios sabía que si lo hacemos nuestro estandarte y fundamento, si seguimos Su palabra y le obedecemos, incluso en los momentos difíciles, las demás cosas serán más fáciles de cumplir.
Sin embargo, me atrevo a decir que cuando Dios nos pide amarlo por encima de TODAS LAS COSAS, no se refiere solo a evitar pecados graves como robar o matar. También incluye áreas de la vida que son buenas, como la salud. Es cierto que cuidar el templo del Espíritu Santo, que es nuestro cuerpo, es un mandato divino, pero nunca debe estar por encima de nuestra necesidad de amarlo y conocerlo a Él primero.
A veces, como seguidores de Jesús, podemos confundirnos y pensar que "si cuido mi salud, estoy agradando a Dios" o "si soy buena mamá entonces me sentiré más cerca a Dios". Aunque estas ideas no son falsas en sí mismas, debemos recordar que nuestro deseo de agradar a Dios debe nacer de un amor profundo por Él, no de un simple afán de "ser mejor persona". Eso sería humanismo, no cristianismo.
Te explico esto con mi experiencia. Después de muchos años de ser creyente y seguir lidiando con síntomas de depresión, mi enfoque en "buscar el reino de Dios y Su justicia" como la Biblia lo indica, poco a poco se transformó en "buscar la salud mental por encima de todo para acercarme mejor a Dios y ser una mejor cristiana".
Este cambio de perspectiva, sin que me diera cuenta, empezó a robar mi enfoque de lo más importante: buscarlo a Él primero, antes que a la sanidad que me podía dar. En ese momento de mi vida, mi salud emocional, o la falta de ella, determinaba si me sentía cerca de Dios, y mi motivación o falta de esta, definía mis comportamientos en la iglesia y mi tiempo con Él. Eso me dejó constantemente frustrada, porque si mi salud dictaba cuánto me amaba Dios o qué tan cerca estaba de Él, mi relación con Él estaba condenada.
Hace poco leí el testimono de un teólogo y pastor que en al estar en el hospital batallando con cancer se enojó con Dios y le reclamó por qué estaba pasando esto si Dios le amaba; y Dios le confrontó con la pregunta: ¿Cuál es tu primera pasión, tener salud o Yo? Esa pregunta lo cambió para siempre.
Yo también aprendí, como este pastor, que incluso en medio de emociones difíciles, Dios debe ser mi primera pasión. Es cierto que mis momentos de tristeza y ansiedad fueron debilitantes, y necesitaba cuidar mi salud mental y emocional. Sin embargo, aun en esos momentos, podía leer Su palabra, podía levantarme en medio del desvelo y llorar a Sus pies, y podía alabarlo en la iglesia, aunque mi motivación estuviera por los suelos. Porque Él siempre es primero, eterno, poderoso, y capaz de sanarme si así lo decide. Y si no lo hace, está bien, lo amo de todas maneras. La verdad de que Dios es bueno y me ama no cambiará jamás.
Mi invitación hoy no es que dejes de cuidarte o de emplear las estrategias que ya conoces para enfrentar emociones difíciles. Es una invitación mucho más profunda: que, incluso en los momentos más oscuros, te aferres a la verdad de que Dios es bueno. Aun cuando te falten las fuerzas o el ánimo, sigue buscando Su palabra. Y en esos días en los que la ansiedad te invade, recuerda que, aunque el malestar persista, Dios sigue estando a cargo y le importa lo que estás viviendo. Ama y adora a Dios por encima de todo, incluso más que la salud que anhelas. "Busca primero Su reino y Su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura" (Mateo 6:33).
¡Te bendigo!
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