Si no es para locos o débiles, ¿Para quién es la terapia sicológica?

Han sido incontables las veces que un cliente me ha dicho que le tomó meses hacer la llamada para agendar su primera cita para una sesión psicoterapéutica. A causa de los mitos que rodean la terapia psicológica, el simple hecho de pensar en levantar un teléfono para buscar ayuda viene acompañado de sentimientos de culpa y vergüenza, "porque debería poder sentirme mejor por mí mismo".

Desafortunadamente, seguir estos mitos y esta línea de pensamiento hace que muchas personas nunca den el primer paso o, incluso si asisten a la terapia una vez, no regresen porque siguen creyendo que no la necesitan.

El problema con esto es que los problemas emocionales y mentales, al igual que los físicos, si no se atienden, con el tiempo se agravan y tienen consecuencias devastadoras no solo en la vida de quien sufre, sino también en sus relaciones con quienes los aman. Si has vivido con un familiar sumido en adicciones o depresión severa, sabes a qué me refiero.

Enfrentar desafíos, luchas internas y momentos oscuros que preferimos ocultar es parte de la experiencia humana, pero hoy quiero ayudarte a desmitificar la terapia psicológica y verla como un acto de valentía y madurez, en vez de un acto de 'locos' o 'débiles'.

Si no es para locos o débiles, ¿para quién es la terapia psicológica?

Hacer terapia requiere más valentía y madurez de lo que crees; la evidencia está en cuánta determinación se necesita para hacer esa primera llamada.

Ir a terapia es para los valientes. Aquellos que se atreven a hablar de esas cosas oscuras que jamás compartirían con alguien, y mirarlas a la cara para liberarse de lo que aún obstaculiza sus vidas.

Es para los humildes, los que entienden que no son superhumanos y que no pueden hacerlo todo solos. Reconocen que sus debilidades solo pueden fortalecerse al apoyarse en otros.

Es para los atrevidos, los que deciden con sagacidad enfrentar lo difícil para hablar de esos lugares rotos y poder sanarlos.

Es para los rescatadores de sueños perdidos, que, a pesar del dolor que los llevó a la decisión de parar de soñar, se aferran a la pequeña esperanza que les queda y están dispuestos a pelear por ella.

Y es para aquellos que creen que, sin importar lo que sientan o donde se encuentren, existe un Dios que los creó con un propósito y tiene un futuro para ellos (Jeremías 29:11).

Sé valiente, humilde, atrevido, cree y reclama tu futuro, pero recuerda que no estás solo en este viaje. La fortaleza se encuentra en compartir tus cargas y buscar apoyo en otros. Dios también utiliza a las personas para ayudarte.

Y si te preocupa lo que piensen los demás al tomar el paso de buscar ayuda, ancla tu convicción en estas palabras del famoso autor cristiano Max Lucado:

"Buscar ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. Dios nos ha dado la comunidad para apoyarnos mutuamente en nuestras debilidades. No temas el juicio de otros; teme perder la oportunidad de experimentar la sanidad que Dios ha preparado a través de la ayuda que Él provee."